La nueva sociedad renacentista se basa en un cambio de mentalidad y en unas ideas que se transmiten a través de las obras de los humanistas. Este hecho da origen a una importante corriente de prosa didáctica, centrada precisamente en la discusión y difusión de las nuevas ideas. Uno de los géneros didácticos más cultivados en el XVI son los diálogos.
Las preocupaciones religiosas originan dentro de esa corriente un conjunto de obras que tratan específicamente sobre la experiencia religiosa.
Los importantes acontecimientos que se suceden en el siglo XVI dan origen a libros de carácter testimonial, a veces autobiográfico.
El estilo de esta nueva prosa renacentista sigue el modelo de naturalidad y sencillez defendido por la mayor parte de los humanistas y expresado en una de las obras esenciales del Renacimiento: Diálogo de la lengua, de Juan de Valdés.
Además, en el siglo XVI se cultiva abundantemente la prosa narrativa. Esta narrativa de ficción presenta a su vez dos tendencias: una de naturaleza idealizada (como la narrativa pastoril, los libros de caballerías o los relatos moriscos) y otra de corte realista (como el Lazarillo o algunas narraciones cortas).
En el límite del siglo XVI se gesta la escritura del Quijote, la obra maestra de la narrativa española, que se publica en 1605.
El Quijote
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